La historia de la famosa fabrica (DEUTZ) se remonta al día 1 de febrero
de 1878 el día en el que la familia Díaz de Terán vino a Zafra desde Sevilla
por primera vez.
José Díaz de Terán Fernández, ya tenía una carrera como cerrajero,
pues había sido maestro de cerrajería de los talleres de Quintana de Sevilla.
Gracias a la aportación de D. Constancio Gómez, propietario y vecino
de Zafra, logró empezar la obra a esos 30.000 reales.
La fabrica se estableció a la entrada de Zafra en el “Campo de Sevilla” en un local que
había sido almacén de corcho.
El edificio estaba compuesto por dos naves con doblado de madera,
tejado de caña y dos corrales divididos por una pared central. Tenía varias
cuadras con una altura de dos metros y medio con techos de caña. Este edifico,
al estar en el “Campo de Sevilla”, lindaba por todas partes con el campo y
praderas para el ferial, así como con la Plaza de Toros.
Ellos traían una gran serie de herramientas, como: tornos, fuelles,
martillos, terrajas etc. Y para dicha fundición trajeron: Ventiladores,
volantes e incluso un horno el cual era una caldera vieja y en el 1880 se dio
su primera fundición, en la cual todo salía mal debido a bichos de la tierra y
a la porosidad que tenía.
Hasta el 1882 no se arrendó el local. Pero en Zafra, había otro
taller, el cual el dueño poseía de una gran plantilla de operarios en ese
tiempo, y claro, como es normal, los del pueblo lo preferían.
José Díaz de Terán, a pesar de que la fundición no iba en condiciones,
él seguía siempre buscando trabajos por los pueblos, incluso viajando en burro.
Pero en el 1884, un Señor, conocido como el Padre Heredero, que instituyó el Convento
del Rosario y que al conocer los trabajos de José Díaz de Terán, le dijo que el
le iba a dar trabajo, que era construir todos los púlpitos de la provincia.
Sigue la misma situación de trabajo, pero José Díaz de Terán sigue sin dejar de
buscar trabajo aunque el no deja de construir púlpitos para la iglesia de
Almendralejo, cuyos fundidos él traía de Sevilla.
Y en el 1889, seguía de nuevo marchando
la fundición, pero salían muchísimas piezas malas, en general, no iba muy bien,
pero poco a poco le van encargando trabajos como el de la verja del cementerio
de Barcarrota.
Familia Díaz de Terán en la verja del cementerio de Barcarrota.
En el 1892, ya empezaron a circular los coches, y con esto, el trabajo
de la fundición sigue bien, aunque con lentitud aumenta el trabajo de
cerrajería. Se cierra el principal taller de Zafra y todos los operarios se van
al taller de la familia Díaz de Terán.
Plantilla de trabajadores.
La gran plantilla de trabajadores.
Y en el 1893/4 se marcha el fundidor dejando a cargo de la fundición
al hijo de José Díaz de Terán, y desde este momento, empieza a buena Casino de
Mérida y Zafra entre otros. También incluyen trabajos en latón y bronce.
Pasan los años y años hasta que en el 1911, Don Manuel Díaz de Terán
Rodríguez, reparte su capital, en total había unas 185.266 pesetas. Sus hijos Manuel
y Pepe siguen con la empresa de su padre. En el siglo XX la empresa de Díter
pasó de taller a fábrica. La fundición fue re modelada hasta que se construyó
una nueva, siendo así, mucho más amplia y ordenada.
Fueron ganando popularidad al paso del tiempo debido al golpe de
estado del fascismo.
Fundadores de Díter, (S. XIX)
Ya que iban mejorando poco a poco, cada vez más, por el año 1940
“Díter” inicia la construcción de el primer motor propio, pero no es hasta el
1949 cuando se consigue el motor ya con todas sus cualidades. Este fue tan
propietario que se hizo internacional, incluso llegaron a trabajar con la gran
MWM, una empresa alemana de motores diésel, muy reconocido. Crearon el llamado
MWM-Díter, aunque dicha fabrica, pasó a la propiedad del nuevo dueño y el
antigua nombre de KHD, se cambió a Deutz. Es increíble, pero lograron ser
líderes de exportación durante varios años y fueron innovándose a las distintas
épocas, materiales etc.
Motor Diésel.
Es verdad, que la empresa sufrió mucho desde sus primeros días, como
han podido leer, pero por suerte, supieron llevar la empresa sabiamente y
todavía hoy perdura.